El emperador Carlos VI, regaló a su hija María Teresa el palacio de Schönbrunn.
El reinado de María Teresa marcó el comienzo de una época brillante, centro
de la corte y de la vida política.
A su muerte, el palacio quedó desocupado hasta que el Emperador Francisco José y
su mujer, la emperatriz Sissi, lo convirtieran en su residencia de verano y entonces
formó parte de la ajetreada vida social de Viena.
Dos veces, dos, ocupó el palacio Napoleón, una en 1805 y la otra en 1809.
NAPOLEÓN BONAPARTE
Contemplaba Napoleón a través de un enorme ventanal el extenso parque
y se dijo: ¡Joer, con los Habsburgo!
Pedazo de Palacio, y mil cuatrocientas cuarenta y una habitaciones, capicúa,
vamos, para mear y no echar ni gota, Versalles parece una casita de muñecas.
Y con zoológico… y dicen que es el más antiguo del mundo, ahora, que acabo yo
con tanto poderío inmediatamente.
Y bajando las botas de una preciosa mesita china lacada en negro, llamó a su
ayudante de cámara.
-¡Gérard!
-¿Me llamaba, Emperador?
-Diga a mi cocinero personal, que esta noche cenaré un entrecot poco
hecho de ese búfalo que parece un elefante y que no para de asustar
a mis soldados, por cierto, todo acompañado de patatas panaderas
con pimientos picantes y de postre, un trozo de tarta SACHER, que es
lo único razonable que saben hacer estos austriacos.
-Inmediatamente transmito la orden, Majestad.
-Y dígale a Josefina que esta noche la espero en el saloncito rosa y que
venga ligerita de ropa; la otra noche, me costó una hora,
quitarle tanta lencería, tantas enaguas, tantas calzas, tantas medias,
tanto corsé, que cuando llegó el momento “cumbre” estaba ya para el
arrastre.
-Sus ruegos son órdenes, Majestad.
-Pues a mover el culo, Gérard.
Y ahora una canción de Lou REED.
www.youtube.com/watch?v=NC_p3jjfb2g