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Lección 8ª. Fondo y forma.
Podría ser ridículo hablar de fondo o contenido en fotografía cuando lo que se evidencia son las formas: sombras, texturas, colores… todo aquello que atravesando nuestros ojos inquieta nuestra mente. Todo es piel. Y nada más efímero que la forma, que el tegumento que la recubre. Y nada más eterno. Su permanencia es vida a través del deseo.
Desde nuestros olvidados griegos clásicos nos viene ese reconocimiento a lo efímero, a la voluptuosidad del envoltorio, a su permanencia. También antes lo dijeron, pero ellos, mis queridos griegos lo expresaron mejor que ninguno.
Y sin embargo hay un fondo, algo que nos inquieta, algo que bajo la piel palpita y se manifiesta y que la fotografía nos hace intuir. Aunque no se vea.
El desnudo puede sentirse desde el esplendor de la piel o de la fragilidad de lo que debajo se esconde y marchita.
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El niño pidió un caballito de mar. Y la zancuda se lo hizo, con pericia trasformó rápidamente el globo, pero la coincidencia con lo que el niño imaginaba fue escasa.
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