La carrera de Fresia Soto se extiende desde principios de la década de 1960 hasta finales de la de 1970. En 1967, defendió la canción ganadora del VIII Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, “Cuando rompa el alba”, del compositor Willy Bascuñán y, además, fue la ganadora del premio a la mejor intérprete del género internacional.
Como actriz, representó el papel principal, Carmela, de la obra clásica chilena “La pérgola de las flores”, de Isidora Aguirre. Además, incursionó en otras dos películas, “Ayúdeme usted compadre” y “Chao amor chao”, una producción chileno-argentina, ambos films de 1968. También trabajó como vedette en el teatro de revistas chileno más famoso de la época, el Bim Bam Bum, con gran éxito de público y de crítica.
Su discografía se remonta a 1960 aproximadamente, haciendo versiones chilenas de temas de Brenda Lee: “Nunca es demasiado tarde” fue uno de los más significativos. Por el mismo tiempo grabó “Lonely boy”; y un poco más tarde, “Si tuviera un martillo” y “La Bamba”. En 1964 destacó “Hello Dolly”, en 1965 “Porque” de Dave Clark Five. En 1966 su mayor éxito fue “Hay tantos chicos”. En 1967 el ya conocido “Cuando rompa el alba”. Hacia 1968, se producen quizás sus últimos éxitos de renombre. “Balada de Bonnie and Clyde” y “El orgulloso” serían los últimos temas de su discografía en Chile.
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La bohemia era sentimiento y arrabal, barrio bravo y nostalgia.
Lamento en un conventillo de Diez de Julio, lágrimas en el bar Nacional de Bandera, besos cómplices en El Ciclista, en el altillo de Morandé, frente a los tribunales santiaguinos.
Letra amartillada en el dolor y el recuerdo en el Inés de Suárez, afán y rezongo de bandoneón en el Black and White, en la hoy pulcra Casa Colorada. Prosa dura y sensiblera en el Congreso –con perniles humeantes y cerveza fría-, quebrantada en la ausencia y noble en la virtud en el vecino El Quijote.
Rescate de pretéritos romances en La Piojera, con vendedoras de huevos duros, trasnochados cantantes de bolero, oficinistas en escape. Puertas desdibujadas y callejuelas insolentes en los aledaños de la estación Mapocho.
Un trago largo con la platinada de labios de cereza y pechos turgentes en el Zepellín –con Lily Arce de anfitriona-, abrazo desamarrado, colillas en el cenicero del ayer en el Zun Rhein.
Amargura orillera en el Roxy, en la calle Moneda. Melancolía en la esquina del Rápido, radio encendida en el rincón sombrío de Mac Iver y Agustinas, con la presencia siempre nostálgica de Julio Martínez y de Mario Carneyro en el Nuria. Bailongo y cabaret con la orquesta Huambaly.
Recuerdo de exilios y partidas en 1973, cuando se trizó la noche con las restricciones imperativas. Antes, arco de ensoñaciones en el Pollo Dorado, promesa incumplida en El Tráfico, personajes de la picaresca en el Tap Room y en la taberna Capri.
Vedettes lustrosas y tentadoras en el Bim Bam Bum, con los humoristas Eugenio Retes e Iris del Valle. Y los comienzos de Coco Legrand. Al escenario de Huérfanos llegaban bellas bailarinas de París y Argentina. ¡Y sin silicona!
Resaca y tertulia, casas policolores en los barrios, techos oxidados en cités de acento en la pobreza.
Victrola rumorosa, mito en resurrección, cita en la espesura de la ciudad.
Lectura de otoño, con vino oscuro y mirada arrobadora, manos tibias y sentimiento telúrico. En los mismos barrios que décadas antes recorrieron el joven Pablo Neruda, con rostro aceituno, libros iniciales y mucha pobreza. Y sus amigos, el “Cadáver” Valdivia y Rojas Jiménez. Y después el antofagastino Andrés Sabella, quien trazaba dibujos y escribía poemas en servilletas de papel.
Algunas noches –o muchas- el folclorólogo Oreste Plath, impecable recopilador.
Historias para repasar en un disco quebradizo y con un reloj mural de fondo.
Pura nostalgia.
Porque los machos lloran. Lloramos.
trabajo fotográfico de Rodrigo Lefio.
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los cine Central y el Huerfanos, Calzados Mingo en lo que fue el Goyescas. Muy al fondo el Teatro Opera mas conocido como el Bim Bam Bum. Al frente el picaro Cine King y el hotel Kent
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Un incipiente Paseo en calle Huerfanos, estaba demarcado solo con plantas en maceteros que instalo la Municipalidad de Santiago, los cuenteros vendieron las plantas que cerraban el paso a los vehiculos. Fotografia de Medardo Echiburu S.
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de julio Bustamante el fotografo de la bohemia santiaguina. Julio Bustamante
Se observa, a la salida de una función, a dos taxis, SIMCA 1000, modelo que prácticamente monopolizó el parque de taxis de Santiago de aquella época y solamente un automóvil particular, de color blanco…también SIMCA 1000.
La vida revisteril y su entorno no pidieron adaptarse a las limitaciones originadas por el toque dequeda en el Santiago de 1973
Entre los medios para los trabajó como reportero gráfico se cuentan Última Hora, La Tercera, La Nación y las revistas Ecrán, Ritmo, Rincón Juvenil, Vea, Cine Amor, Viejo Verde, Pingüino, Cosquillas, Bravo y Aquí Está, entre otras. También creó, junto al periodista Guillermo Zurita Borja (William Z), el primer y más importante suplemento de espectáculo chileno: Candilejas (Las Últimas Noticias).
Durante la década de los años 50 y 60 fue fotógrafo oficial de la compañía Bim Bam Bum, del teatro Ópera, actividad que compartía con el fallecido fotógrafo David Rodríguez Peña.
En este período, tuvo un estudio en la calle Paris, en donde posaron muchos de los artistas que pisaban las tablas del Ópera, el Tap Room, el Club de la Media Noche, el Nuria, el Picaresque y tantos otros.
EL PICARESQUE
Esta sala ubicada en Recoleta, cuyo propietario era Ernesto Sotoliccio, tenía una revista mas modesta pero igual se llenaba los fines de semana. Era otro público, que acudía atraído por las barbaridades que decían Daniel Vilches y sus compinches, todos secos para el garabato. A veces iban espectadores graciosos y se producía un duelo de xuxadas entre ellos y los humoristas. Todo era alegría, nadie se enojaba.
HUMORESQUE
Estaba en calle San Ignacio y pertenecía a los hermanos Salim y Miguel Zacur. Su revista competía con el Picaresque. Los reporteros de la época nunca dejaban de visitarlo porque nadie como su director, Pepe Harold se las ingeniaba para descubrir nuevas figuras femeninas, primores que hacían doler las muelas. En una oportunidad, aparecieron dos hermanas que eran un atentado contra las buenas costumbres. Enfermas de buenas. Desgraciadamente las comidas con galanes las convirtieron pronto en cetáceos..
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