Almagro salió del Cusco el 3 de julio de 1535, hacia el Colla Suyu, con 50 hombres y se detuvo en Moina hasta el 20 de ese mes, detenido por el inesperado arresto del Inca Manco Cápac II por Juan Pizarro, acción que le trajo problemas. Dejada atrás Moina, Almagro se encaminó por el camino del Inca, con los 50 hombres de que consistía su columna. Recorrieron el área occidental del lago Titicaca, cruzaron el río Desaguadero y se encontró con Saavedra en un poblado llamado Paria, en que logró reunir a 50 españoles más, que pertenecían al grupo del capitán Gabriel de Rojas , y que decidieron abandonar a su jefe y dirigirse a Chile, se reunió un total de 150 hombres. Permanecieron cerca del lago Augallas todo agosto, en espera del derretimiento de las nieves de la cordillera de los Andes.
Pasado este contratiempo, se dirigieron a Tupiza, donde se encontraron con Pablo Inga y el Villac-Umu, que tenían recolectado oro de los tributos de la región, y con los tres españoles que los acompañaron. Estos tres españoles, se habían dedicado mientras esperaban a Almagro al pillaje y asaltaron una caravana que supuestamente provenía de Chile con oro, el cual le fue mostrado a Almagro. Esto renovó los bríos de los expedicionarios haciéndoles olvidar los padecimientos de la marcha. Aquí Almagro realizó una nueva pausa de dos meses en la expedición, esperando que viniesen las tropas. Sin embargo le inquietó una nueva noticia; había arribado al Perú el Obispo de Panamá, fray Tomás de Berlanga, que traía poderes para dirimir el conflicto de límites entre los conquistadores. Los amigos de Almagro le solicitaron que volviese para defender mejor su causa, pero el Adelantado quería ir por la riqueza chilena, por lo que siguió adelante. Otro contratiempo se presentó cuando el Villac-Umu se escapó de la expedición con todos los porteadores y volvió al norte. Pero Almagro y sus hombres siguieron adelante, ya que aun contaban con Pablo Inga. Los españoles tuvieron que tomar porteadores a la fuerza para poder transportar los avituallamientos, esto causó más de un conflicto con los naturales. Incluso el mismo Almagro estuvo a punto de perecer a manos de un indígena que lanzó una flecha y erró dándole al caballo, que cayó encima de Almagro y le causó serias heridas. Con más dificultades, incluyendo la pérdida de bagaje en manos indígenas, los españoles llegaron finalmente al norte de Salta, en Chicoana, el último paso antes de atravesar los Andes. Ya los deshielos habían comenzado y encontraron crecido el río Guachipas que hubo de ser atravesado a pie todo un día con la pérdida de llamas, y la deserción de los porteadores, quienes aprovecharon la coyuntura para huir.
El cruce de los Andes
Los españoles más algunos yanaconas comenzaron a transmontar las primeras alturas de la cordillera de los Andes. En su avance por la cordillera, los expedicionarios sufrieron muchas penalidades, ya que caminaban agotados por el frío y el congelamiento de sus manos y pies, y por la dificultad de un suelo lleno de guijarros pequeños, de bordes afilados, que les destruían las suelas de los zapatos y las herraduras a los caballos. El gélido clima de la cordillera mató a gran parte de los indios yanaconas, que empezaron a dejar en la ruta como un sendero de muerte, pues no tenían la ropa adecuada y andaban a pie desnudo, y a varios los españoles, cuando se quitaban las botas, se les caían los congelados dedos de los pies. La tradición dice que fue por el llamado hoy Paso de San Francisco por donde Almagro realizó su triste travesía. Las penurias aumentaron al internarse por ese paisaje helado, inhóspito y silencioso, llegando incluso a detener el avance por falta de ánimos.
El conquistador, preocupado por la suerte de sus hombres, encabezó junto a otros veinte jinetes un grupo de avanzada, que atravesó la cordillera y después de cabalgar tres días enteros, llegaron al valle de Copiapó (en ese entonces Copayapu), recogiendo víveres que le suministraron los indígenas y que envió de inmediato para socorro de sus hombres.
Por fin el resto de la columna llegó a Copayapu (Valle del Copiapó) con 240 españoles, 1.500 yanaconas, 150 negros y 112 caballos. Entre los negros venía una mujer leal a Almagro llamada Malgarida. Quedaron para pasto de los cóndores 10 españoles, 170 caballos y cientos de indios auxiliares. Entre los negros destaca Joan Valiente, que viene como soldado libre y volverá con Almagro al Perú para venir a Chile nuevamente con Valdivia y morir juntos en Tucapel en 1553.
Después de la natural recuperación de energías, se dio la orden de reiniciar la marcha hacia el valle de Copiapó; sin embargo le desertaron una multitud de yanaconas que dejaron prácticamente sin sirvientes a los españoles. Almagro endureció la mano e hizo quemar a varios indios culpables de haber matado españoles. Estos indios habían asesinado a los tres soldados enviados en vanguardia que habían llegado a Chile. Para su escarmiento, Almagro decidió darles un cruel castigo, reuniendo a todos los caciques importantes de la región, enrostrándoles su crimen y condenándoles a morir en la hoguera. Durante la realización de su castigo le llegaron noticias de los caciques de la región del Aconcagua, que deseaban realizar amistad con los blancos, lo que se debió a un par de españoles renegados de Pizarro que estaban en la región desde antes. Se trataba de Gonzalo Calvo de Barrientos y a Antón Cerrada, quienes en realidad fueron los primeros españoles en descubrir y pisar territorio chileno. Gonzalo Calvo de Barrientos había sido afrentado por Pizarro quien le hizo cortar las orejas, y para no exhibir su afrenta se internó hacia el sur del valle de Zama, internándose posteriormente más hacia el sur. Sería el más leal colaborador de Almagro.
Durante su marcha a esa región, el Adelantado tuvo noticias de un barco, el San Pedro, que había recalado en la región, (Los Vilos) dirigido por Ruy Díaz y que venía lleno de ropas, armas y víveres para la expedición. Al llegar al río Conchalí, en Los Vilos, se encontró con el otro español ya mencionado llamado Antón Cerrada quien ya había influenciado a los aborígenes a dar una bienvenida pacífica a la columna de Almagro.
Al llegar al valle del Aconcagua los españoles fueron bien recibidos por los naturales, por los consejos que les había entregado Gonzalo Calvo, español radicado desde hacía años en Chile. Sin embargo, los naturales fueron influenciados por el indio Felipillo, intérprete de los conquistadores, hablándoles de las malas intenciones de éstos y recomendándoles atacarlos o huir de ellos. Los naturales le hicieron caso, no se atrevieron a atacarlos y escaparon durante la noche, realizando igual intento el indio Felipillo y varios yanaconas, tomando el camino del norte, pero este último intento no fructificó. Felipillo fue atrapado y descuartizado con caballos frente al Curaca de la región como escarmiento.
El territorio que el Adelantado esperaba encontrar lleno de riquezas no cumplía ni sus más mínimas expectativas, lo que le causó una gran desilusión, por lo que decidió enviar una columna de 70 jinetes y 20 infantes dirigida por Gómez de Alvarado para que explorase el sur del territorio. Cuando la columna llegó al río Itata, tuvo lugar en Reynogüelén el primer enfrentamiento entre los españoles y los mapuches, en el que la superioridad de las armas y la sorpresa por los caballos permitió una fácil victoria española frente a indios muy guerreros, que se asustaron al ver el hombre montado a caballo como si fuesen ambos un solo ser. Esto no sería más que una mera escaramuza en la futura y larga Guerra de Arauco que iniciaría Pedro de Valdivia. Almagro al tener estas noticias, sopesó la situación y decidió no proseguir hacia el sur.
Sin oro y con tan belicosos naturales, Almagro sólo pensó en regresar al Perú. Entre la alternativa de volver a atravesar la cordillera, o dirigirse por el desierto, se decidió por la segunda opción. En un acto de reconocimiento al sacrificio hecho por sus hombres en la expedición, y que no fueron recompensados con el ilusorio oro de esta región, decidió perdonar las deudas que sus soldados habían contraído con él, destruyendo todas las escrituras que los comprometían.
El camino por el desierto de Atacama fue tan terrible como la travesía por la cordillera: días quemantes y noches heladas, la hostilidad de los indígenas, sin contar con la escasez de agua y alimento... Pero de cualquier forma se le consideró mejor que la travesía por los Andes. Salieron en grupos pequeños de no más de 10 hombres haciendo jornadas de 20 km cada día. Durante el día se refugiaban bajo la sombra de los tamarugos, en la Pampa del Tamarugal y de noche, caminaban.
Para ponerse a cubierto de una sorpresa, ya que el Perú ardía en una rebelión general contra Pizarro, Francisco Noguerol de Ulloa se hizo a la mar y desembarcó en el caserío como protección adelantada de los expedicionarios, permaneciendo 18 días y luego regresando por tierra a Arequipa en febrero de 1537, con la pérdida consignada de un hombre, Francisco de Valdés, que murió ahogado en un río. Tal fue el estado físico en que llegaron Almagro y sus seguidores que desde entonces se les llamó los "rotos de Chile" a quienes vinieran de esas tierras. La palabra roto hasta hoy es comúnmente usada en el Perú para describir a alguien procedente de Chile. Sólo se atrevería a ir a conquistar esas tierras, 4 años más tarde, Pedro de Valdivia, en una expedición organizada desde el Perú.
El más total descrédito sumió a las tierras de Chile (Chili o Chilli), asociándose su nombre al fracaso, así sería hasta 1540 en que Pedro de Valdivia revisando algunas notas de Almagro, le dio un gran valor agronómico a Chile y decidió realizar su conquista.
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La Gobernación de Nueva Toledo fue creada por el emperador Carlos V el 21 de mayo de 1534 para Diego de Almagro, quien no había resultado favorecido en el reparto de gobernaciones de 1529 para Francisco Pizarro y Simón de Alcazaba y Sotomayor. Almagro recibió una franja de 200 leguas en dirección norte-sur que comenzaban aproximadamente en el paralelo 14° S, cerca de Pisco, que correspondía al límite sur de la Gobernación de Nueva Castilla otorgada a Pizarro.
La gobernación tenía como límite oriental a la línea del Tratado de Tordesillas, la cual para los españoles se hallaba a los 46º 37’O, por lo que se le otorgaba un pequeño trecho de costa en el océano Atlántico. Confinaba por el sur con la Gobernación de Nueva Andalucía, otorgada a Pedro de Mendoza, un poco al sur de Taltal a los 25° 31' 26''S. Al occidente se hallaba el océano Pacífico.
Al momento de enterarse de la creación de la gobernación, Diego de Almagro se hallaba cruzando el río Abancay cuando se dirigía al Cuzco. La Real Cédula nombraba a Almagro: gobernador, adelantado y capitán general de Nueva Toledo. Luego de entrar Almagro al Cuzco, se produjeron desavenencias entre Almagro y los partidarios de Pizarro, que finalizaron con la firma por ambos el 12 de junio de 1535 de un acta de concordia. Ambos conquistadores se reconocieron sus gobernaciones y renovaron sus acuerdos realizados en Panamá para la conquista del Perú, acordando dividir entre ambos las riquezas que obtuvieran. Los conflictos de límites serían elevados al emperador y mientras tanto la línea limítrofe se situaría al sur del Cuzco, quedando esa ciudad en poder de Pizarro.
Pizarro incentivó a Almagro a dirigirse a explorar un territorio ubicado al Sur denominado Chile, del cual decían los incas estaba poblado de oro.
Pidoos que me dejeis esta tierra del Perú, caso de que adelante encontreis otra mejor, o tan buena; siendo comunes nuestros intereses i ganancias, vuestra condescendencia no puede perjudicaros; pero si Chile no es lo que todos anuncian, volved i partirémos entre nosotros el Perú como hermanos.
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Estatua en bronce por el español Enrique Pérez Comendador.
Pedro de Valdivia fue uno de los pocos conquistadores que era militar de profesión (a diferencia de Cortés o Almagro) de hecho destaco al servicio del rey de España no solo en América sino también en Europa.
Batalla de Pavía (a cargo de una división del tercio del Marqués de Pescara)
Saco de Roma
Batalla de las Salinas (Maestre de Campo)
Batalla de Quilacura
Batalla de Jaquijahuana
Batalla de Andalién
Batalla de Penco
Batalla de Tucapel
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Mary Meader
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Arbol de chañar creciendo aislado y solo en Calama. Figura en la obra de Isaiah Bowman, "Desert Trails of Atacama", 1924, Fig. 21, pg. 67).
el conquistador Diego de Almagro en su paso por el "despoblado de Atacama" que nos ofrecen diversos cronistas como Mariño de Lobera, Cristóbal de Molina, "el chileno", Garcilaso de la Vega, Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera, Agustín de Zarate y Francisco López de Gómara. Inútilmente hemos buscado entre ellos referencias al empleo del chañar (Geoffroea decorticans Gillies ex Hook. & Arn) Burkart) como parte de su cocaví de viaje, pero sí, con alguna frecuencia, aparecen datos de interés relativos al empleo de las "algarrobas" de las que se alimentan hombres y bestias durante la dura travesía por el desierto. (Cfr. fragmentos de los relatos de estos autores contenidos en el Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Santiago de Chile, Año IV, Nº 7, Primero y Segundo Semestre de 1936).
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