foto perteneciente a su nieto Ricardo Copetta D., el fotografo es desconocido, El Mercurio 27 de junio 2010.
Copetta se elevó, a eso de las cuatro de la tarde, en un biplano Voisin, con motor Gnome de sólo 50 HP, desde los terrenos de la entonces Chacra Valparaíso, lugar que hoy ocupan las calles Irarrázaval y Ramón Cruz, en la comuna de Ñuñoa, y en donde en la actualidad existe un monolito recordando el hecho.
El aeroplano había sido trasladado desarmado desde el centro de la capital a bordo de una gran carreta de cuatro ruedas tirada por caballos tipo percherones por uno de los polvorientos caminos que llevaban desde el centro de Santiago hasta el campo de Ramón Cruz.
Tal fue el entusiasmo de Copetta durante el primer vuelo, que una vez en tierra propuso hacer otro, llegando a completar tres despegues y tres aterrizajes. Sin embargo, al cabo del último, el avión perdió una de sus alas, además de sufrir otros daños que impidieron el vuelo programado para el 18 de septiembre en honor al Centenario de la Independencia Nacional.
Copetta era conocido. Su rostro inconfundible de tez blanca, bigote abundante, nariz gruesa y mirada vivaz se mezclaban con una energía desbordante a la hora de enfrentar desafíos.
Se le veía vestir un mameluco con manchas de aceite y tierra y herramientas en las manos, siempre intentando reparar algún desperfecto en las bicicletas, luego en los primeros automóviles que trajo a Chile y, más tarde, a partir del año 1910, en los biplanos que construyó con la colaboración de su hermano Félix y algunos ayudantes. Trabajaba hasta altas horas de la madrugada con una capacidad innata para armar, desarmar y convertir motores radiales de tres pistones en cinco. Llegó a ser querido y reconocido entre los capitalinos y los amantes de la aviación.
Querendón de su patria originaria, viajó a Europa a combatir por los aliados como tripulante bombardero durante la Primera Guerra Mundial.
Ese primer vuelo marcó el desarrollo de la aeronáutica que no se ha detenido y que ha sido protagonizada por audaces, soñadores y visionarios pioneros que marcaron la historia y por otros que con su labor anónima los han apoyado. Hombres como Luis Acevedo, Alejandro Bello, David Fuentes, Omar Page, Dagoberto Godoy, Clodomiro Figueroa, Armando Cortínez, Arturo Merino Benítez, Alfonso Cuadrado, Enrique Flores, Diego Aracena, Alberto Parragué y Alejo Williamson, entre tantos otros, dedicaron sus vidas a la aeronáutica contribuyendo, como una cadena en el tiempo, a sentar las bases de la institucionalidad aeronáutica.
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foto perteneciente a su nieto Ricardo Copetta D., el fotografo es desconocido,
El 6 de noviembre de 1904 ya se organiza la primera carrera de automóviles en Chile, en el Club Hípico de Santiago.
Esta carrera fue ganada por los hermanos Félix y César Copetta con la vertiginosa velocidad promedio de 35 km/h, en un Panhard Levassor.
Al automóvil se le desmontaban los tapabarros, los faroles, las pisaderas y todo lo que fuese peso extra para la carrera, luego se volvía a armar para utilizarlo en forma normal durante la semana.
Copetta se elevó, a eso de las cuatro de la tarde, en un biplano Voisin, con motor Gnome de sólo 50 HP, desde los terrenos de la entonces Chacra Valparaíso, lugar que hoy ocupan las calles Irarrázaval y Ramón Cruz, en la comuna de Ñuñoa, y en donde en la actualidad existe un monolito recordando el hecho.
César Copetta era conocido. Su rostro inconfundible de tez blanca, bigote abundante, nariz gruesa y mirada vivaz se mezclaban con una energía desbordante a la hora de enfrentar desafíos.
Se le veía vestir un mameluco con manchas de aceite y tierra y herramientas en las manos, siempre intentando reparar algún desperfecto en las bicicletas, luego en los primeros automóviles que trajo a Chile y, más tarde, a partir del año 1910, en los biplanos que construyó con la colaboración de su hermano Félix y algunos ayudantes.
Trabajaba hasta altas horas de la madrugada con una capacidad innata para armar, desarmar y convertir motores radiales de tres pistones en cinco. Llegó a ser querido y reconocido entre los capitalinos y los amantes de la aviación.
Querendón de su patria originaria, viajó a Europa a combatir por los aliados como tripulante bombardero durante la Primera Guerra Mundial.
Realizó el primer vuelo en Chile, marcó el desarrollo de la aeronáutica que no se ha detenido y que ha sido protagonizada por audaces, soñadores y visionarios pioneros que marcaron la historia y por otros que con su labor anónima los han apoyado.
Hombres como Luis Acevedo, Alejandro Bello, David Fuentes, Omar Page, Dagoberto Godoy, Clodomiro Figueroa, Armando Cortínez, Arturo Merino Benítez, Alfonso Cuadrado, Enrique Flores, Diego Aracena, Alberto Parragué y Alejo Williamson, entre tantos otros, dedicaron sus vidas a la aeronáutica contribuyendo, como una cadena en el tiempo, a sentar las bases de la institucionalidad aeronáutica.
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Gustave Eiffel y los hermanos César y Félix Copetta. fuente El Mostrador.
Eiffel y los Copetta compartían un interés común por el arte de la construcción en hierro y metal y fue el primero quien ejerció una influencia decisiva en que los dos hermanos italianos viajaran a Sudamérica y a Chile para participar en proyectos y obras públicas.
Esa fue la verdadera motivación que impulsó a los hermanos Copetta a afincarse en el territorio nacional e iniciar una serie de proyectos que no estaban relacionados con el arte de volar, pero que poco a poco los llevó a él.
César y Félix, estudiando qué hacer en Chile, se convirtieron en los primeros en fabricar bicicletas y exportarlas, motivando e inaugurando con ello las competencias de este deporte en el país.
Inquietos por naturaleza, los Copetta también incursionaron en mecánica en de los primeros automóviles llegados al territorio nacional, ganando la primera carrera de autos organizada en el Club Hípico de Santiago, el año 1904, a la friolera velocidad de 35 kilómetros por hora.
Poco a poco una cadena de hechos en diferentes partes del mundo, protagonizados por personas que no se conocían entre si y que tampoco estaban ligadas directamente al emergente mundo de la aviación comenzaban a reunirse.
Mientras tanto, en Francia, dos chilenos, David Echeverría Valdés y Miguel Covarrubias Valdés, que pasaban unas vacaciones en ese país, tuvieron la oportunidad de observar el sorprendente vuelo de aeroplanos en una serie de presentaciones festivales que se realizaban en esa época.
Idearon comprar uno, traerlo a Chile y presentarlo para la ceremonia del centenario de la independencia.
Así lo hicieron. El biplano Voisin, de 50 HP, fue llevado hasta el Parque Cousiño en donde fue estacionado, bajo una carpa proporcionada por el Ejército, para que todo el mundo lo observara.
PROGRAMACIÓN HISTÓRICA
Sin saber que la historia tenía planeado convertirlos en pioneros de la aviación, atraídos por la novedad, los hermanos Copetta visitaron el biplano y hasta conversaron con los jóvenes dueños de la aeronave.
Con ello la cadena de hechos históricos nacidos en diferentes lugares y con distintos actores estaba a las puertas de completarse.
Muy seguro de si mismo, César planteó a David Echeverría y Miguel Covarrubias que él podría viajar a Francia a hacer el curso de piloto y volarlo en Chile.
Tras permanecer unos pocos meses regresó al país para un 21 de agosto de 1910, desde un campo de la Chacra Valparaíso, lugar que hoy ocupan las calles Irarrázaval y Ramón Cruz, en la comuna de Ñuñoa, despegara raudo, inaugurando con ello la era de la aviación en Chile.
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Bus-carril Copetta-Robin que operaba trayecto Ancud-Castro en Chiloé, años '40
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Para el primer tercio del Siglo XX en Chile, los caminos eran muy precarios. La mayor parte eran polvorientos, intrincados y se tardaba mucho en alcanzar cualquier destino por cercano que fuese.
La forma más rápida de conectar a los pueblos de Chile era la vía férrea. Es así como Félix Copetta y su amigo de infancia Gabriel Robin adaptan vehículos de calle y los transforman en Auto-carriles. Más tarde fabrican los Buscarriles, para conectar al país mediante la vía férrea.
Bus-carril Copetta-Robin que operaba trayecto Ancud-Castro en Chiloé, años '40.
Vista de la Maestranza de Copetta y Robin. Con este tipo de vehículos llegan rápidamente a los destinos que la vía férrea ofreciera.
Los bus-carriles de esta foto transitaron en el único tramo de vía férrea que existió en Chile insular. Hacían el recorrido Ancud-Castro en Chiloé.
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